sábado, 23 de noviembre de 2013

Cámara.......Acción

La singular expresión que da nombre a este post suele estar asociada con el cine (o filmaciones) al ser utilizada frecuentemente por los directores para inidcar el momento en el que se inicia la grabación de una toma. La tomaré "prestada" pues también parece ser válida para la fotografía aunque sin el anuncio por parte del fotógrafo.
 
 
Desde pequeño la fotografía siempre me ha producido curiosidad e interés. Ello ha conducido a la afición por captar y paralizar instantes y poderlos ver luego impresos en el papel o, como en la actualidad, en pantallas. Observando y admirando el trabajo y logros de fotógrafos profesionales, y  también de aficionados, obtengo motivación para intentar buscar puntos de vista atractivos y deseosos de ser capturados y detenidos en el tiempo. notorio resulta el hecho de que varias personas podemos estar en el mismo lugar a la vez y captar diferentes ángulos y perspectivas de un mismo instante, tal como me ocurrió hace unos días fotografiando un atardecer en Madrid donde a la misma hora estábamos decenas de personas buscando tomar la foto ideal de la puesta de sol que en ese instante se producía.
 
 
Grata recordación me trae una cámara, para la época novedosa y curiosa, que tenía mi padre: una Minolta cuyo carrete era de solo 12 fotos cuyo formato de impresión era cuadrado. Recuerdo haberla utilizado durante un tour en 1976 y a mis compañeros de viaje les llamaba mucho la atención esta cámara cuando el resto utilizaban cámaras más prácticas y cómodas. He de decir había que coordinar varios movimientos de manillas y botones de enfoque, disparo y adelanto del carrete con cada toma fotogáfica. Y las fotos solían quedar bastante bien. Para entonces, el llevar en ese viaje la cámara de mi padre era una gran responsabilidad y debía tratarla y cuidarla con esmero. Me hacía sentir cuando menos interesante cada vez que la utilizaba para captar un paisaje, una escena de alguna visita o fotos con el grupo. Buena escuela con esa cámara.
 
 
Posteriormente tuve la oportunidad de ir probando otro tipo de cámaras en la medida en que la tecnología nos podía dar acceso a ellas y facilitar su uso sin mayor esfuerzo, aprendizaje o estudio, valga decir, cámaras automáticas.  Recuerdo que dos de mis hermanos si que hicieron cursos de fotografía y todos en casa veíamos como hacían sus pruebas de fotos y revelados en improvisados "cuarto oscuro".
 


Con el tiempo me fui aficionando a tomar fotos que consideraba curiosas. Para entonces, había que escoger la escena y el momento, no "derrochar" disparos porque luego nos saldría caro el revelado de los rollos. Cuando tuve unos ahorros decidí comprarme una Cannon AE-1, un modelo mas nuevo que la que, para entonces, poseía mi padre pero con la posibilidad de poder utilizar los filtros y lentes que el tenía y no tener que realizar gran inversión en este hobbie.
 
Ya, en aquel entonces, comenzaba a tener presente que en ocasiones, a pesar de la implicación de cargarla encima, tener la cámara a mano era genial para aprovechar el instante, ese momento que seguramente no se repetirá igual, quizás si parecido pero nunca más igual, esa ocasión que, si no la aprovechamos cuando se presenta luego solo nos quedará decir: "si hubiera tenido la cámara a mano......"
 

La tecnología, con el paso de los años, avanza a pasos agigantados en materia electrónica y sus aplicaciones en diferentes campos del conocimiento y de la vida, siendo la fotografía uno de los más beneficiados. Con la aparición de la tecnología digital es sencillo hoy día casi no dejar escapar nada por no tener cámara a la mano ya que hasta con los teléfonos móviles (celulares) se obtienen fotos bastante buenas. Es así como podemos captar escenas curiosas en los lugares y momentos menos esperados, bien dando un paseo por el campo, bien andando por la ciudad o en alguna actividad laboral o lúdica.


  
Ciertamente que hay días en que salgo con la cámara con intención de ir a algún lugar específico y dejar volar la vista y la imaginación en busca de algo que me llame la atención o sorprenda, en otras ocasiones salgo con ella sin objetivo específico alguno, si algo me llama la atención, estoy a un click de capturarlo; si la vista y/o la mente no encuentran nada atractivo no pasa nada pero a sabiendas de que si algo ocurre no llegare a casa diciendo  "si hubiera tenido la cámara a mano......"

 
En casa también ocurre algo similar, si bien no con el hecho de tener o no la cámara a mano si con el estar en el momento justo para observar algo digno de ser capturado. Incluso el poder incorporar elementos de la vivienda a las fotos para darles una perspectiva diferente o para conseguir que sirva de referencia del detalle principal. Y he de reconocer que a través de las ventanas he conseguido puntos de vista atractivos que, al menos a mi, me produce satisfacción.
 
 
 
Esta actividad, como muchas otras, requiere seguir leyendo, aprender más, continuar experimentando de diversas formas para seguir creando y, como suelo hacer, compartirlas.
 
Que sigan disfrutando.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Los colores del otoño

Una de las características que por lo general está inscrita dentro de lo que suelen decir que define parte de la personalidad de El Andarin es lo que yo denominaría la Improvisación planificada. Imagino que ya pensarán en donde habré rebuscado semejante expresión. Los diccionarios no tienen nada que ver en ello, tampoco "el pana google". Me he inventado el término buscando darle nombre a una situación que me suele ser habitual y que no sabía como definir. Pero es muy simple, quizás fácilmente deducible.
 
En la mañana del 08 de Octubre se me pasó por la mente aprovechar que las lloviznas otoñales y la nubosidad nos dan un respiro y que el clima está suave y muy agradable. Así que por la tarde sería una buena ocasión para salir cámara en mano y dejarme sorprender  y ver que imágenes podría captar aprovechando que estamos prácticamente en el inicio del otoño. Eso era lo unico planificado. El resto, improvisado. Comencé en la Puerta del Sol, punto emblemático de Madrid que a las 17:00 tenía escaso movimiento, el sol picaba un poco y los artistas que trabajan como "esculturas vivientes" estaban tomando un descanso refugiados bajo la sombras de las estatuas de la plaza donde la escasez de transeúntes y su natural bullicio era suplido por el sonido de martillos y pistoletes de las reformas que se ejecutan en el edificio conocido como Tio Pepe. Salgo de la plaza andando dirección Calle Alcalá pensando que un buen lugar para presenciar el atardecer es el Parque El Retiro. Entro en el número 31 de la calle Alcalá a ver una exposición del fotógrafo alemán Thomas Ruff. Si bien hay para todos los gustos, algunas fotos me agradaron por lo conseguido con mucho trabajo técnico, con otras, sin embargo, no conseguí ese feeling que me llenase. Seguí caminando tranquilmente en medio de una actividad relativamente escasa por las aceras de La Gran Vía hasta donde está la estatua de La Cibeles  protegida y vallada. Supongo que por el desfile del 12 de Octubre y no por el triunfo del Real Madrid baloncesto ante el Barcelona en la final de la supercopa de basket español.
 

rEnseguida llego a El Retiro, ese  hermoso pulmón natural  madrileño de casi 120 hectáreas que en su interior mantiene una constante y muy diversa actividad casi a toda hora. Es un parque que me gusta mucho, en el que he estado cientos de veces en muy variadas actividades y diferentes épocas del año encontrando siempre un nuevo detalle que me hace sentir econfortado de haber estado alli. Al entrar por la Puerta de la Independencia, mejor conocida como la Puerta de Alcalá me cruzo con corredores entrenando, padres con sus hijos pequeños, personas mayores de paseo, transeúntes nacionales y turistas, todos queriendo disfrutar un rato en este bello lugar. Y nada más entrar me sorprenden los contrastantes colores de algunos árboles con sus hojas ya color rojizo junto a otros aún verdosos dando cobijo y sombra a los senderos que entre ellos discurren, también ver el juego de luces y sombras  que avivan los colores de caminerías y muros bajo un hermoso cielo azulado. Durante varios minutos me quedo  maravillado contemplando el paisaje de entrada al parque.

A medida que voy avanzando en dirección al estanque, lugar de gran atractivo turístico pero también predilecto de personas que quieren contemplar una puesta de sol en un ambiente muy especial, comienzo a ver escenas que no escaparán de la ágil comunicación entre la vista y las manos para poner al cámara en posición y capturar el momento. En la mayoría de las escenas aprecio a  personas en estado de relax y satisfacción, unas al sol, otras a la sombra. Curiosamente he ido apreciando las escenas una vez vistas las fotos en casa pues básicamente buscaba ángulos e imágenes de colores contrastantes muy típicas del otoño más no personas.
 
 

En vista de que en varias ocasiones he estado frente al estanque, también en sesión relax, y visto allí algunos atardeceres, decido seguir adelante y recorrer otras instancias del parque. Paso por Casa de Vacas, luego por el Palacio de Velázquez y llego hasta el Palacio de Cristal, edificación levantada en 1887, al igual que el lago que está frente a el, como una especie de invernadero para una exposición de flores filipinas. Es un lugar del parque en el que no había estado aunque si había visto interesantes fotos. A la hora que llego ya el sol se encuentra detrás del palacio, las hojas y ramas de los árboles que están del lado de atrás permiten que por instantes el sol pase entre ellos dando orígen a interesnates imagenes.
 
 

Mientras estoy contemplando el palacio desde el otro lado del lago, sacando algunas fotos y dando tiempo a que el sol baje y pueda producir efectos lumínicos aún más interesantes, observo escenas agradables. Detrás mío, a unos 6 o 7 metros, una pareja conversa, sentados en un banco a la sombra de los árboles, sobre la imagen que ven del lago y el palacio. A la izquierda, sentados en el césped varias personas, solas cada una de ellas, se muestran abstraidos viendo como el sol pasa por entre las hojas de los árboles e ilumina los cristales dejando tonalidades en tonos amarillo - dorado sobre su superficie. La concentración en el momento es interrumpida por un penetrante olor que nada tiene que ver con los árboles, las hojas, el olor de tierra semihumeda o el césped. Percibo por el rabillo del ojo un poco de humo y al voltear veo que una persona en bici ha parado junto a mi a mirar el palacio de cristal mientras da una calada tras otra a su pitillo de marihuana. Afortunadamente, segundos después se coloca su pitillo en la boca y se aleja pedaleando dejándonos nuevamente sumidos cada quien en nuestra interioridad.
 
Varias personas se colocan cerca de donde estoy para captar las imágenes bien con cámaras o bien con sus teléfonos, algunos de los cuales permiten tomar fotos con bastante buena resolución. Había un grupo que parecían ser Hindúes guiados por dos chicas españolas y posan con el Palacio de Cristal de fondo en pleno atardecer, una imagen que seguramente les traerá buenos recuerdos cuando esten en su lugar habitual. Entretanto, doy tiempo a que el sol vaya bajando en la confianza de que habrá aún mejores imágenes, al menos con otro colorido.
 
Como observo que tras el palacio de cristal el cielo comienza a mostrar tonalidades más brillantes e incluso en tonos ya algo rojizos, decido acercarme hasta el estanque y tomar allí algunas fotos mientras dura el proceso del atardecer. Al llegar al monumento de Alfonso XII se ve a personas como ensimismadas, extasiadas contemplando el espectáculo que nos regala la naturaleza. Hay parejas, familias, pero también personas solas, quizás mas que solas es que están consigo mismo sin necesidad de estar conversando con alguin más, simplemente disfrutando y sientiendo. Me cuento dentro de este último grupo. Voy sacando algunas fotos pero opto por sentarme en la parte baja de las escalinatas, casi a orilla del estanque y contemplar el atardecer a ras del agua, viendo a quienes aún pasean en las barcas alquiladas y también a los que reman en piraguas. Y, de pronto, me quedo extasiado al ver el color del atardecer reflejado en el agua, éxtasis del que salgo un instante para poder inomrtalizar el momento con la cámara y tomar la foto entre los parales de la reja que nos separa del estanque. Sé que ese instante ya no volverá, los habrá parecidos pero ese no volverá. Me queda la satisfacción de haber podido estar ahí ese día, a esa hora, en ese instante para ver el espectáculo.
 
 
 
 
Decido regresar al Palacio de Cristal a ver que imágenes podría obtener con la aparición de la noche. Cuando regreso al lugar donde estaba anteriormente encuentro a un señor ácompañado de su perro, un terrier negro, tomando fotos con trípode pues estaba utilizando tiempos de exposición largos (para absorber mas luminosidad en la semioscuridad) y requería estabilidad para evitar fotos movidas. Como yo no tenía trípode utilizada la reja, cuya superficie es recta, como punto de apoyo y poder tomar las fotos. Sin embargo, no podía usar tiempos de exposición tan largos como los del "vecino". Aún así, me gustó lo visto y lo obtenido con el añadido de que para ese momento ya nos acompañaba la luna y se convertía en otra protagonista de las imágenes.
 
 

 

Ojalá sea capaz de transmitir en pocas líneas y a través de las impagenes las sensaciones percibidas en una maravillosa tarde otoñal en el parque El Retiro.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Septiembre - dos visiones de un camino


El Camino de Santiago tiene diferentes vertientes, múltiples puntos de salida que convergen al final en Santiago de Compostela. Me aventuro a decir que comienza donde uno quiere que comience y que si bien el destino final original sea Santiago, la peregrinación llega hasta donde el peregrino quiera, pueda o desee. ¿Las motivaciones? Tantas como peregrinos que lo recorren pasando por las religiosas, sociales, culturales, deportivas, entretenimientos, etc. Unos estaremos más de acuerdo o en sintonía con unas y otros con otras, pero todas valederas y respetables con la implicación que el peregrino ha de tener durante el camino y con todo lo que rodea la peregrinación.

Fundamentalmente la peregrinación es personal. Por ello en ocasiones se ven personas andando consigo mismo, con su motivación intacta y la determinación de ir dia a dia cubriendo los trayectos que se ha propuesto. Lo más frecuente es encontrar a los peregrinos andando, con sus mochilas a la espalda, utilizando sus bastones o teniéndolos a mano para aquellos momentos de mayor exigencia o facilitar el caminar. Se ven muchos grupos andando, algunos formados de origen, otros se van formando con el transcurrir de los kilómetros. También se ve mucha gente andando sola, bien porque está haciendo su peregrinación en solitario o circunstancialmente va sola en ese momento aunque va con un grupo.

He estado 3 veces por los senderos del Camino Francés, ese que sale desde San Juan Pie de Puerto (SJPDP) en Francia y termina en Santiago de Compostela. En 2 de esas ocasiones he hecho tramos andando, St. Jean - Burgos (2009) y León - Santiago (2007). En las 3 veces ha coincidido el mes de Septiembre (2007, 2009 y 2013). Recientemente he terminado de hacer el recorrido completo en bicicleta (11 etapas) y es bien diferente a realizarlo andando a pesar de que va transcurriendo básicamente por los mismos senderos y atravesando las mismas poblaciones. Cada una de las modalidades (a pie o en bici) tiene sus ventajas y desventajas por decirlo de alguna manera. Es obvio que el tiempo de duración del recorrido completo en bici es  inferior al de hacerlo andando pero tambien requiere, para ello, una preparación mínima adecuada para saber "sufrir" sobre la bici.
 
Para hacerlo andando, con más razón, hay que tener una preparación básica, acostumbrarse a caminar lapsos de hasta 2 horas continuas pues en El Camino las etapas suelen ser mínimo 5 a 6 horas diarias con varias paradas intercaladas, bien para descansar, bien para meditar, sacar fotos, tomar o comer algo o visitar algo en particular en alguna ciudad, pueblo o aldea..Es importante tener las zapatillas o las botas ya "adiestradas" y adaptadas al pie para minimizar la formación de ampollas por rozaduras interiores. Las ampollas también se pueden producir si el pié va algo suelto dentro del calzado, deslizando y rozando con el calcetín mientras se transita por zonas pedregosas o con tierra suelta. Por ello utilizar un poco de vaselina ayuda a evitar esas rozaduras.

De igual manera hay una preparación mental que hay que hacer para esas largas caminatas, solas o acompañado, donde el tiempo puede ser excelente o puede ser agobiante, los senderos pueden estar secos o mojados porque nos ha tocado una etapa de lluvia, o de niebla, o de frío, o mezclas de climatología que requieren que estemos preparados para soportarlo y llevarlo tranquilamente como parte de la experiencia. Si bien se puede consultar la meteorología, siempre es bueno tener la previsión de llevar impermeables aunque en ocasiones no salga nunca de la mochila porque pueda hecer buen tiempo todo el recorrido previsto, como me sucedió en 2007. En 2009, solamente la penúltima etapa tuvimos algo de agua que justificó la aparición del chubasquero o la capa para agua.

En las ocasiones que lo hice andando, los primeros días suele costar un poco el terminar de adaptarse a llevar el peso de la mochila tantos kilómetros al día, luego se va acostumbrando el cuerpo a ello y se va haciendo más llevadero al punto de sentirme más cómodo e incluso ir a paso un poco más rápido. En 2007 hice acompañado las primeras 6 etapas, a partir de la 7ma continué en solitario pues tenía una programación previa que quería cumplir. En la etapa 4, bajando hacia Molinaseca desde Manjarín el camino es muy resbaladizo por las piedras sueltas y arenisca existente. En algún resbalón sentí un pequeño tirón en el tobillo que ameritó comprar una tobillera en Molinaseca para dar más firmeza a la zona. Terminando la etapa 9 la molestia del tobillo había ido a más y consulté a un médico cerca de Palas de Rei que literalmente me dijo: "Aunque se lo que me vas a contestar, lo ideal sería descansar el tobillo unos días. La decisión es tuya". Estaba a 68 km de Santiago (2 días andando) por lo que hice vendajes autodidactas incluyendo algodón para amortiguar con las pisadas, antiinflamatorios, adaptar la pisada a una postura indolora y a proseguir el camino. No tenía pensado abandonar el proyecto sin concluirlo y la molestia no era del todo incapacitante. Y debo decir que una vez que me ponía en marcha se me olvidaban las molestias hasta que llegaba a destino y me quitaba las botas. Una vez llegado a casa 3 días después ya a darle cuidados al pie. En esos días dificiles la parte mental y la motivación jugaron papel relevante para continuar "como si nada".

En este 2013 decidí hacerlo en bici como un reto personal. Me gusta salir en bici pero no suelo hacerlo en bici de montaña sino en la que tengo que es de carretera (y tiene mas de 20 años conmigo). Tuve que pedir una prestada a mi sobrina que, al ser ella más o menos de mi estatura el cuadro se me adaptaba bien. El reto fue grande ya que la bici es de hace mas de 20 años cuando aún no tenían suspensión (amortiguación) y por lo tanto toda la vibración de los caminos empedrados, o al paso por los baches, surcos o canales lo absorbían las manos, muñecas y antebrazos. Ello ameritó colocar unas protecciones de goma espuma en el manillar y utilizar 2 pares de guantes con acolchado de gel a fin de minimizar los efectos vibratorios. Si bien no tuve el sufrimiento en los pies al andar si que lo tuve en las manos y antebrazos. Pero el trabajo mental, la serenidad y el buen criterio ayudaron a ir solventando esa situación día a día sin que se convirtiera en una mortificación, simplemente adaptarme a ello y seguir adelante en el proyecto previsto y alcanzar la meta. Hubo días que rode por carretera (pues transcurria casi paralelo al camino) para descansar las manos del efecto vibratorio de los senderos. A la larga fue una decisióon acertada que pemitió disfrutar mucho todos los recorridos.

En lo que sí coincide el hacer El Camino de Santiago a pie o en bici es que me sumergí (en las 3 ocasiones) en una realidad diaria diferente a la del resto del año. Es cierto que pasé por ciudades grandes, medianas, también por pueblos, aldeas y caseríos. Pero la actitud durante esos días era diferente, valoro más la fraternidad, la solidaridad, el disfrute de lo que cada día trae consigo, el vivir a un ritmo mucho menos vertiginoso que el del mundo globalizado y que, sin embargo, actuando así todo fluye, todo se logra, todo se consigue. Y disfruto mucho compartiendo mis experiencias "con el mundo" pues sé que es una nota refrescante que ayuda a diluir el stress y las dificultades del día a dia. Y solo imaginar que logro hacer sonreír o brindar un instante de alegría o relax a alguien me produce gran satisfacción.

Este camino traía para mí la motivación de quitarme las dudas e incertidumbres de ser capaz de transitar por zonas que, por haberlas recorrido a pie, sabía que eran de mucha exigencia para los ciclistas. Siempre he sido un ciclista "promedio", seguidor de pruebas ciclistas y de triatlón pero no soy de los alumnos aventajados. Me exijo en la medida de disfrutar el esfuerzo que voy haciendo sin pensar en lo que hace los demás, aunque sirve de aliciente para entrenar y buscar mejorar en lo que se pueda, pero manteniendo al premisa de disfrutar ante todo. Sabía que existían en el camino 4 puntos de mucha exigencia y sentía la necesidad de probarme a mi mismo que era capaz de lograrlo. Y me reconozco satisfecho porque, salvo la primera etapa, en todas las demás nunca hubo un ápice de duda sobre cómo afrontar cada tramo. Esa primera etapa entre San Juan Pie de Puerto y Roncesvalles es MUY DURA (aunque hay otra vertiente aparentemente más suave pero que no la conozco) y requirió sacar todas las APTITUDES personales (no solo las físicas) para ir avanzando sin importar si iba lento o muy lento, o incluso caminando y empujando la bici en algún tramo. Y pensar que se sufría desde el comienzo y que por delante quedaban más de 750 km requería apelar a la serenidad, paciencia, constancia planteando metas muy cortas dentro de cada etapa que, al irlas cumpliendo generaban satisfacción, reforzaban el ánimo y la motivación para seguir adelante.
 
 
El Camino de Santiago no es una competición, ni siquiera con uno mismo. Si diría que es una prueba personal de cada quien. Lo fundamental es la constancia y la perseverancia en el logro del objetivo propuesto en un entorno muy diferente al del día a día. Es un camino que pone a prueba las capacidades y los valores de uno como persona y, quizás, solo después de haberlo terminado se es más consciente de lo realizado. Es una escuela y un aprendizaje que merece la pena vivir y experimentar.

En las entregas siguientes podrán leer relatos de cada una de las etapas de mi Camino de Santiago 2013 que espero les sea de utilidad.

Camino de Santiago 2013 - Etapa 0


En este momento sí puedo afirmar estar en la etapa 0 de una nueva aventura, es decir, la de los preparativos finales de esta andanza. Tras solventar diversas complicaciones desde el día lunes, ya hace un rato ha quedado todo resuelto y tengo casi todo listo. Inicialmente viajaba hoy jueves 22,  pero finalmente lo haré mañana viernes 23 de agosto. 

La nueva aventura es el Camino de Santiago en bicicleta. Sabido es que me gustan las aventuras, me gusta la bici y disfruté ya en dos ocasiones de distintos senderos de ese camino. Sin embargo, conjuntarlo todo y recorrer el camino en bici es todo un reto. Conocía la experiencia de amigos pero más recientemente por mi sobrina ya que hace unos años lo transitó desde León hasta Santiago de Compostela. 

Pero empecemos con las anécdotas de los preparativos. En cuanto se me paseó la idea por la mente tuve el dilema de la bici, ya que la mía es de carretera y se requiere de una montañera. Entonces le pregunté a mi sobrina Carolina qué tal estaba la suya y me dijo que la revisaría, pues estaba casi "arrumada" y con poco uso. Mientras conversábamos me entero de que la bici perteneció a su primo Michel, con lo cual tiene sus añitos la susodicha (mas de 20), además de que no tiene suspensión delantera, amortiguación tan habitual en las bicis de montaña hoy día. Pero lo importante es que es una bici, tiene dos ruedas, sus cambios y en un tamaño que se ajusta al mío. El resto, la determinación, el esfuerzo y las piernas lo pondría yo.

Tras el detallazo de Carolina de traérmela a casa en coche (incluidas las alforjas para el equipaje), procedí a revisarla y al día siguiente salí en ella a ver qué tal me sentía. Menuda paliza: sin amortiguación, toda la vibración de piedras y pedruscos, huecos, baches, etc., la reciben las manos y estas la transmiten a los brazos y el resto del cuerpo sin nada que amortigüe. Pero entre pitos y flautas, 42 km resultaron bien para las piernas. Tras buscarle solución a las vibraciones (forros de goma espuma en el manubrio) y a las manos adoloridas (un segundo par de guantes con protecciones de gel en puntos decisivos de la palma), seguí saliendo otros días para continuar proceso de adaptación. Así, tras el fin de semana con dos jornadas de 41 y 59 km, las sensaciones parecían ir mejorando. 

Empiezo a darle un poco más de forma al proyecto, llevo la bici a una revisión general y ajustes para tenerla más a punto. 

Paralelamente sigo las averiguaciones de transportes hasta San Juan Pie de Puerto desde Madrid (tren y bus). En este apartado comienzan las dudas y las incertidumbres. En bus se puede transportar la bici, pero hay que medio desarmarla y meterla en fundas de equipaje... Vamos, como si viajase en avión. En Renfe recientemente cambiaron la normativa, y en la web también indican que hay que enfundarlas, o que hay trenes donde NO se puede llevar una bici (AVE, Alvia y similares). Afortunadamente, tengo mi funda viajera de bici, pero no deja de ser un incordio el proceso de meterla dentro, cargarla y llevar también las alforjas, tanto para ir a la estación de tren o autobús, o en los trasbordos. Pero lo más complicado era pensar en que durante el camino, además de las mochilas, herramientas, saco de dormir, etc. etc. etc.,  tendría que cargar con el bolso de la funda porta bici que pesa 2,5 kg... Todo, porque para el regreso me pasaría lo mismo.  

El día martes empieza mal pero se termina convirtiendo en un buen día. Por la mañana salgo en la bici a dar una vuelta de verificación y tonificación pero a los 2,5 km... ¡plassssss!, se parte la cadena de la bici. Afortunadamente, estaba en el comienzo del camino montañoso entre Valdemoro y San Martin de la Vega. No queda otra que retornar lo rodado caminando e irme directo a un taller-tienda de bicis. El dueño me recibe y me indica que tiene otros trabajos por delante, que se la deje y él me llamaría para decirme cuándo estaría lista. Además de cambiar la cadena, debía verificar y ajustar los cambios. Sobre las 13:30 me llama porque hay un problema con los cambios y los platos, y que antes de proceder tengo que ir a verla y decidir qué hacer. Por la cabeza se me comienza a pasar la opción de que se cayera el paseo, pero me voy caminando tranquilamente hasta el taller y una vez allí, el hombre me explica el estado en que están unos dientes de los platos y los cambios (un poco duros), pero que tampoco son algo imprescindible; que la bici (con cadena nueva) puede perfectamente hacer el viaje. Total, es ella la que se tiene que desgastar... jajaja. Así que bici acomodada y un asunto menos a resolver.

A final de la tarde me encamino a la calle Carretas para buscar la credencial de peregrino, requisito indispensable durante el camino. De allí hasta Atocha y me dirijo a la oficina de RENFE a preguntar por el transporte de bicis (como quien no sabe nada). Efectivamente, me hablan de la normativa vigente, de que el Alvia a Hendaia no permite bicis, pero me asoman la opción del tren regional (Intercity) que, si bien demora más, sí permite bicis a bordo, previo pago del ciclo pasaje de 3 euros. Buena noticia esa. El tren llega a Irún, pero de Irún a Hendaia, según el informante, hay 5 minutos (o cruzar el puente sobre el rio). En Hendaia, tren a Bayona y otro de Bayona a San Juan Pie de Puerto. Finalmente ayer, 21, hice la reserva de tren a Irún y esta mañana la he completado con el de Hendaia a Bayona. Haré noche en Bayona en casa de unos grandes amigos de mi madre y a la mañna siguiente, el sábado 24 tomaré el tren de Bayona a SJPDP e iniciar el camino el mismo día.

Veremos lo que me depara esta aventura.

Camino de Santiago 2013 - Etapas 1 y 2


Tras pasar la noche en Bayona, en una particular y especial vivienda, que para mi familia tiene gran significado, a las 06:00 a.m. ya en pie para desayunar y emprender camino a la estación ferroviaria y tomar el tren que me llevará con destino a San Juan Pie de Puerto durante aproximadamente 1,5 horas de recorrido en medio de vegetación y atractivos paisajes. Para el momento en que se cierran las puertas y el tren se pone en marcha solamente dos pasajeros vamos en él; curiosamente, ambos al mismo destino pero, por deducción visual, con intenciones diferentes, ya que el otro pasajero va sin más equipaje que lo que lleva puesto.

Sobre las 09:30 horas del sábado 24 bajo en la estación de San Juan Pie de Puerto, donde casi tengo que pedir permiso a las decenas de pasajeros que querían entrar al tren, entiendo que para regresar a Bayona. Casi la totalidad venían de hacer el Camino de Santiago, por las vestimentas, mochilas, bicis y la famosa concha del peregrino. Acto seguido, comienzo la rutina de montaje de equipaje en la bici. Al terminar emprendo camino hacia la oficina de peregrinos del Camino de Santiago, donde unos pocos aún están allí para obtener sus credenciales o, como mi caso, para sellarlas y quedar registrados como punto de inicio del camino. 

 
A la salida de la oficina, dos italianos ataviados de ciclistas me consultan sobre cuál de las dos rutas hacia Roncesvalles les aconsejo: la suave o la fuerte. Respondo que solo conozco una, la fuerte, por haberla transitado a pie en 2009, por la que, además, me había propuesto el reto de subir en bici. Obviamente, no iba a transmitir ciertos temores o dudas interiores por lo exigente de ese trazado. Si bien mi aspiración era conseguir algún ciclista que iniciara su andadura a esa hora para poder "seguirlo" o para ir acompañado, no esperaba que estos dos italianos, Marco y Michele, me dijeran, tras mi comentario: "Entonces te seguiremos". Se despidieron de tres amigas que se unirían a su expedición en Roncesvalles y sobre las 10:30 a.m. emprendimos camino, no sin antes tomar las fotos de rigor en el puente de salida de San Juan Pie de Puerto, desde donde ya se divisaba la primera cuesta, como para ir acostumbrándonos. 
 
 
Pero justo antes de comenzar empieza a lloviznar, por lo que hay que proteger las alforjas y sacar el chubasquero. 
 

Unos primeros 2 o 3 km con cuestas difíciles, pero que se podían hacer, y luego unos planos o falsos llanos en los cuales tomar aire, hacían generar optimismo en cuanto al resto de la etapa. Poco duró ese optimismo al aparecer la primera rampa de más de 20% de inclinación, que logramos solventar con plato pequeño y piñón más grande (haciendo lo que acá denominan "molinete"), y subiendo en zig zag para intentar suavizar el efecto de la subida. Un pequeño y favorable cambio de pendiente hace que cambie de relación, pero pronto llegaría la siguiente cuesta, en la cual no logro volver a la relación de cambios anterior, y para no caerme me veo obligado a poner pie a tierra. Pero en pendientes de esa magnitud hay que estar muy práctico y entrenado para volver a retomar el pedaleo. No era mi caso. Debí empujar la bici, con sus más o menos 11 kg de equipaje (ropa, repuestos, herramientas, etc., etc.), hasta encontrar un pequeño y más o menos ancho llano donde poder volver a montarme en la bici y encajar los pies en los pedales para continuar la subida. Esto fue más o menos durante 1 a 1,5 km. El refugio que yo recordaba como primer punto de descanso y para tomar bebidas o café estaba en el km 7,7; es decir, lo tenía a unos 4 km de distancia. Parecía una eternidad y apenas estaba empezando el camino. ¿En qué disparatada locura me había involucrado? Con razón esa cuesta me quitó el sueño las noches previas. 

Armado de paciencia, tomar aire, empujar sin importar lo que tardara y la voluntad de que con el paso de los km mejorarían las cosas, seguí adelante y finalmente consigo llegar al Refugio Orisson (km 7,7) tras hora y media después de haber comenzado. En 7,7 km habíamos ascendido ya casi 700 metros de desnivel, pero habíamos tenido varios kilómetros más o menos suaves. Los dos italianos tenían rato allí, aunque eso me daba igual. Había conseguido ese primer triunfo moral, aunque restaban 13 km de ascenso antes de comenzar a bajar hacia Roncesvalles. 

Tras tomar café, un trozo de torta y una coca cola light (por la dosis de azúcar) reemprendemos la marcha. Un par de zonas con pendientes algo fuertes pero ya no tanto como las primeras, el terreno se mantiene como más uniforme, pero deja su marca en las piernas por lo prolongado del trayecto.
 

Sin embargo, consigo establecer un ritmito constante, sereno, pausado, donde la prisa no existe y así voy subiendo kilómetro a kilómetro e, incluso, dejando un poco mas atrás a Marco y a Michele. Michele opta por ir junto a su amigo, a pesar de que las diferencias ciclistas entre ambos eran bastante notorias, se notaba que Michele es una persona que habitualmente sale en bici y hace muchos kilómetros.


Llego al Alto de Bentartea (más o menos km 11), una amplia explanada de hermosas vistas sobre la cual está una imagen de la Virgen que suele ser punto de parada de los peregrinos. En ese momento me doy cuenta que en el refugio Orisson me había dejado los dos bidones de líquido que llevaba en la bici, con lo cual estaba si abastecimiento de líquidos. Pero en la explanada estaban dos furgonetas de apoyo de un grupo de peregrinos (les llevan los equipajes y los acompañan durante el camino con bebidas y comidas), y al comentarles lo que me había sucedido me ceden una botella de 0,75 litros de agua, con la cual poder seguir el recorrido y tener en qué recargar en las fuentes que se suelen encontrar. Nuevamente los tres seguimos adelante hasta el km 14, donde se termina la carretera por donde veníamos ascendiendo y comienzan los senderos del Camino de Santiago; unos primeros 500 metros rodando sobre césped hasta que aparece una fuerte pendiente llena de pedruscos que me hacen bajar y empujar de nuevo durante unos 200 metros más o menos. 

A partir de allí ya el camino se hace más llevadero. Aún nos quedaría un repecho importante (km 18) lleno de baches y piedras, pero el resto del camino con bastante atractivo hasta Roncesvalles, a donde llegamos aproximadamente a las 15:00.
 
Sellar credencial y decidir qué hacer. Las amigas de Marco y Michele no estaban allí sino en Pamplona, por lo que la opción de ellos fue ir hasta Pamplona, pero no por el camino sino por la carretera, pues se demoraría menos. Tras un tentempié de tortilla, coca cola y café, les dije que me apuntaba a ir con ellos. Nos separaban unos 40 km de Pamplona y con lloviznas cada cierto tiempo. 

El camino de Santiago por senderos hasta Pamplona es bastante exigente, menos que hasta Roncesvalles, pero tiene lo suyo. Sin embargo, el tramo por carretera, con llovizna, no es precisamente un camino sencillo; hay muchos desniveles, cambios de rasante que obligan a exigirse, más aún con el desgaste que ya traíamos encima. Pero poco a poco, con calma, terminamos entrando en Pamplona a las 18:30 horas, pasamos por el paseo Carlos III, fotos junto a la escultura homenaje a los encierros (frente a la Farmacia Irujo), paso frente a la Diputación, Plaza del Castillo y transito hasta la zona amurallada, donde en una terraza esperaban las tres amigas de los italianos tomandose ellas unos martinis. Allí nos incorporamos y nos tomamos una jarra de cerveza cada uno.

 
Tras el descanso y relatar a las chicas las peripecias dle día nos separamos y me fui a localizar el albergue. El que tenía previsto (Jesús y María) estaba lleno pero me refirieron a otro que estaba bien (Casa Ibarrola), junto a la Puerta de Francia. Ya a esa hora refrescaba en Pamplona y tenía que quitarme la ropa mojada y ducharme porque había quedado con un primo nuestro para tomar unos vinitos y tapas.  Excelente atención por el encargado del albergue y el lugar espacioso, cómodo y aparentemente tranquilo.

Ya sobre las 11:30 de la noche caigo dormido, pero un rato después me despierto por la multiplicidad de sonidos del albergue, muchos ya "normales" (entiéndase ronquidos), pero hubo unos adicionales producidos por unos chavales alemanes que decidieron tener relaciones esa noche en el albergue, eso sí, casi acompasando sus gemidos con el ritmo de los ronquidos. Menos mal que no duraron toda la noche – ni la f......... ni los ronquidos.  Por la mañana el hospitalero me preguntó qué tal había descansado, le eché el cuento y mientras limpiaba otras literas se encontró el preservativo que habían utilizado, con lo cual profirió una exclamación que casi debió oírse por toda Pamplona. 

 
Pero un buen desayuno y ánimos renovados hicieron que por la mañana, alrededor de las 10 a.m. estuviera ya rodando hacia un nuevo destino. En el camino de la segunda etapa una nueva cuesta de cierta dificultad, sobre todo por las piedras sueltas y la inclinación, se presenta bastante temprano, aunque sería prácticamente el único punto difícil de ese día: El Alto del Perdón. Con algún tramo empujando la bici, al fin llego a la cima justo por detrás del equipo italiano, al cual ya las mujeres se habían incorporado. Un rato de esparcimiento y recuperación arriba y decidimos bajar por la carretera, ya que el sendero peregrino es bastante complicado. Era, más bien, para ciclistas muy técnicos u osados, que no es mi caso. 


Al detenerme a tomar unas fotos el "team italiano" se me fue por lo que el descenso por la carretera lo hice en solitario pasando primero por Uterga, luego Muruzábal llegando hasta el pueblo de Obanos.A partir de allí retomo el sendero hasta Puente La Reina (14:00 horas), donde decido hacer una parada para comer algo junto al puente y, de paso, dilucidar cuál sería el destino final del día. A las 15:00 decido continuar hasta Estella por estar a "apenas" 22 km que, suponía yo, me tomarían unas 2,5 horas.
 
 
Pero en "El Camino" nada se puede dar por hecho con anticipación aunque está bien hacer estimaciones pero dejando siempre márgen d emaniobra a los imprevistos. Unos pocos kilómetros después de salir de Puente La Reina me encuentro con un par de cuestas inesperadas (o no recordadas), una antes de entrar en Cirauqí y otra de piedras y baches (alucinante) en el descenso saliendo de este pueblo hacen que comience a sentir el cansancio acumulado. Luego de pasar por Lorca y Villatuerta me planteo la opción de finalizar etapa en Estella después de rodar "apenas" 46 kilómetros, pero la exigencia del primer día está "pasando factura". Llego a Estella sobre las 18:30 y busco parar en el primer albergue que encontré donde, para mi fortuna, quedaba SOLO UNA CAMA DISPONIBLE. Era para mí... 

Tras baño, lavado de ropa, mercado para cenar y recuperarme un rato, durante la cena entablo conversación con un señor que había venido de Venezuela con su hijo expresamente a hacer el Camino de Santiago andando. Tras escucharles hablar fuen inevitable entablar conversación y tras mencionar nuestros nombres fuimos atando cabos y resultó que teníamos parientes en común con una tía de mi padre que a su vez era tía suya, él por parte del padre de su tía y nosotros por parte d ela madre. ¡Vaya lugares donde se puede encontrar - y conocer - gente!

El albergue municipal de Estella está bien. Es amplio, cómodo y, la verdad sea dicha, se respiraba un gran ambiente de camaradería entre todos los allí hospedados. Tuve un muy breve contacto inicial con otros de los ciclistas que pararon allí y con quienes más adelante coincidiría en otras etapas.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Camino de Santiago 2013 - Etapas 3 y 4

Nada como un buen y profundo descanso para recuperar el organismo, las piernas en este caso, del duro trajín de los primeros dos días. Temprano en la mañana (día 26/08), a las 07:00 horas, mientras desayunaba iba revisando las dos planificaciones de etapas que tenía escritas como "Plan A" y "Plan B", así como otro listado de etapas algo más intenso que también había imprimido con la finalidad de ir viendo el perfil topográfico de cada zona a recorrer. Y resultó que estaba desfasado en las tres alternativas, un poco más atrás en una de ellas y un poco más adelante en las otras dos. Y este tercer día tenía todo el aspecto de que continuarían los desfases, así que decidí que utilizaría la información de albergues que llevaba apuntada en cada listado, que iría siguiendo la guía con los perfiles topográficos y pedalearía cada día hasta donde el cuerpo quisiera, tratando de disfrutar las vistas del recorrido. Claro está, confiando en que la meteorología siguiera siéndonos generosa; es decir, fresquito por las mañanas, días soleados pero con temperaturas máximas en niveles por debajo de los 25° - 26°.

Cumplida la rutina de montar el equipaje en la bici, salgo de último del albergue (algo que siempre se cumplió en todos los alojamientos), y sobre las 08:30 me voy por las empedradas calles de Estella siguiendo las indicaciones del Camino, bien flechas amarillas pintadas en mobiliario urbano o en paredes, en piso o incluso en árboles, o bien las "conchas" que en algunas ciudades están en el suelo en forma de sobre relieve. 
Abandonada la ciudad y recién entrado en el sendero, llega la primera parada del día cuando apenas llevaba 2,5 km: la Fuente de Vino de Bodegas Irache, lugar de obligatoria parada peregrina para dar continuidad a la tradición de tomar un trago de vino para llegar con fuerza y vitalidad a Santiago. ¡Y vaya que quedaban kilómetros para ello! Si en cada pueblo, monasterio o bodega hubiesen aplicado la misma, no quiero imaginar cómo iríamos los peregrinos... 

 
Tras "adquirir fuerza y vitalidad" con un trago de vino, monto de nuevo en la bici y a pedalear hasta llegar a Los Arcos alrededor de las 11:00 a.m., con 22 km recorridos durante la mañana y luego de superar el alto en el pueblo de Villamayor de Monjardín y un ascenso constante pasando por Ayegui, Irache y Azqueta. Esa localidad, Los Arcos, era una de las opciones de final de etapa de los planes previos pero, obviamente, era muy temprano, tenía pocos kilómetros recorridos y energías suficientes como para continuar. Me replanteo opciones y decido que seguiré hasta Logroño donde, dependiendo de la hora, tomaré decisión sobre si parar allí o continuar otro rato más. En los Arcos coincido tomando café con un grupo de tres ciclistas que aspiraban ese día llegar hasta Santo Domingo de la Calzada (78 km más allá de Los Arcos). Se les veía muy en forma y frescos a esa hora.  Desde Los Arcos me pongo en contacto con una amiga, compañera de aventuras del Camino de Santiago 2009 y que vive en Logroño, a ver si coincidíamos allí y nos veíamos un rato. Podría ser siempre y cuando yo apurara mi paso un poquito más. 

Termino el café, me despido cordialmente de los ciclistas quienes, con toda seguridad, me pasarían unos pocos kilómetros más adelante, y emprendo mi ruta hacia Logroño por un trayecto en el cual hay que pasar por Sansol, Torres del Río y Viana. Pero a unos 2,5 km después de salir de Los Arcos, un pinchazo en la rueda posterior. Bueno, nada que a ningún bicigrino no le haya pasado en alguna ocasión, solo que en este caso era la primera vez que me ocurría en una bici de montaña, habida cuenta de que solo tengo una bici de carretera. Pero tampoco hay mayor diferencia. Lo incómodo es que había que bajar todo el equipaje para desmontar la rueda y hacer el cambio de cámara (tripa), hinchar la rueda y continuar. 

Estando en plena función de sacar la cámara y colocar la nueva, pasan los tres ciclistas con los que había coincidido en Los Arcos. Dos de ellos deciden parar y el tercero continúa. ¡Menos mal! Cuando voy a inflar la cámara (tripa) me doy cuenta de que la bomba está dañada y no  sirve, por lo que ellos me facilitan la suya para poder echar aire y continuar. Claro está que, manualmente, en este tipo de bicis nunca podrás poner todo el aire que necesitas, pero sirve para continuar y más adelante, con una bomba de pié o en una gasolinera, puedes completar el aire faltante. Llenada de aire y reinstalada la rueda, "los ángeles ciclistas" prosiguen su camino y van en busca de su otro compañero. Pasan algunos peregrinos a pie dando ánimos, como suele ser habitual en el trayecto. 

Tras poco más de una hora "perdida" por el pinchazo reanudo la marcha, pero muy pendiente de la rueda trasera, de que todo hubiera quedado bien y pensando en llegar a Viana o Logroño y buscar una gasolinera. Sin embargo, al llegar a Sansol (5 km luego del lugar del pinchazo) me indican que hay una nave industrial donde funciona un taller de herrería y un taller agrícola, y que ellos allí suelen tener compresor de aire. Me acerco hasta allí y su propietario, un señor de unos 60 o 65 años muy amablemente enciende el compresor y completa el aire de la ruda trasera de la bici, mientras va contando que su hijo es quien lleva hoy día el taller y él aún se ocupa de la recogida de frutos de los diversos sembradíos que tiene por los alrededores (viñas, olivos, perales, etc.). Y pensar que Sansol es un pueblo de escasos 110 habitantes que forma parte de la Comunidad Foral de Navarra y "depende" de Estella...


Ya con la rueda en condiciones afronto de nuevo el camino con más confianza, paso por Torres del Río, sigo hasta Viana, donde paro a tomar un tentempié y noto que se están preparando para las fiestas locales. De camino a Logroño se pasa por uno hermoso bosques tras los cuales hay que atravesar sobre la carretera por un puente peatonal que tiene una rampa para las bicis. Vista la rampa opto por tomar un sendero lateral que igualmente me llevará al otro lado atravesando la carretera.
Al fin consigo llegar a Logroño sobre las 14:30 - 15:00 y mis amigas ya han entrado a laborar, por lo que difícilmente podremos vernos. Tal como lo había contemplado horas antes, mientras me como una barrita y un plátano (cambur), analizo en Logroño las opciones de parar o seguir. Ya levaba casi 50 km rodados más el tiempo del pinchazo. Un posible destino podría ser Nájera, localidad a casi 29 km de Logroño y que, si todo acompañaba bien, podría llegar alrededor de las 18:30 horas. Físicamente me sentía bien y tenía ganas de seguir pedaleando, aunque el trayecto contemplaba unas cuestas que seguramente harían aminorar el ritmo promedio.

Finalmente opto por continuar, así que salí de Logroño bordeando el parque La Grajera hasta llegar al bonito embalse y de allí continuar por los senderos con sus cultivos y regadíos que hacen atractivo el recorrido, con alguna cuesta dificultosa llena de piedras y escalones, pero todo superable, hasta entrar en Nájera a eso de las 19:00 horas, luego de casi 80 km recorridos. 

La nota simpática de la jornada la constituyó el hecho de que la cena fue amenizada por un par de peregrinos que se habían conocido dos días antes, tomaron prestada una guitarra que había en el albergue municipal de Nájera y dieron un variado recital de música española para deleite de todos los huéspedes. Normalmente la cocina del albergue se cierra a las 21:00 horas y todos han de estar durmiendo para las 22:00, pero en esta ocasión, el recital hizo que se extendiera el horario de la cocina y la cena en un grato ambiente. Pero la hora de cese de actividades y apagado de luces se respetó y ya a las 22:00 todos estábamos descansando.

Por la mañana del día 27 y cumplida la rutina inicial, voy a una tienda ciclista para comprar una bomba de hinchado ya que la mía estaba dañada. tuve que esperarr hasta las 10:00 am a que abrieran por lo que terminé saliendo de Nájera sobre las 10:30. La ruta de salida se presenta hermosa contemplando el rojizo color de su montaña resaltado por la luz que a esa hora le brinda el sol de la mañana. 

Se inicia una etapa que tendrá un recorrido de cierta exigencia por varios ascensos no pronunciados, pero sí muy largos, que requieren, nuevamente, paciencia para hacerlos llevaderos. En el trayecto se pasa por Santo Domingo de la Calzada, donde recuerdo a los "ángeles ciclistas" que el día anterior me auxiliaron en la vía y que debieron haber pernoctado en esta ciudad. Luego de Santo Domingo está Grañón, última localidad de La Rioja en el Camino Francés, y se entra en Castilla y León. Por el camino encuentro a un grupito de ciclistas con quienes había coincidido en el albergue de Estella, a quienes se les "atragantan" un poco ciertas cuestas pero vuelan en las bajadas; justo la inversa de lo que me ocurre a mí que soy extremadamente precavido en los descensos, más aún cuando hay piedras sueltas, tierra, y el equipaje atrás que hay que evitar se desbalancee., pero sobretodo por la vibración que produce el no tener amortiguación delantera en la bici.
 
La etapa transcurre sin mayor novedad. Sin embargo, "pega" un poco el trabajo del día anterior, por lo que me uno a estos colegas y decidimos pernoctar todos en el primer albergue al entrar en Belorado, donde habíamos parado para comer. Para ese día 45 km para en mis piernas eran suficientes. Los compañeros llevaban unos más, ya que había hecho noche en Logroño el día anterior. Ducha, lavado, siesta y luego paseo por el pueblo, con el sol ya calentando menos, son las actividades con las que terminamos de pasar la tarde en un localidad bastante tranquila, de poco más de dos mil habitantes y perteneciente a la provincia de Burgos. Descansar en esta localidad nos permitiría estar frescos para afrontar por la mañana, desde el primer kilómetro, una ascensión larga con la parte final pronunciada para luego ir descendiendo el resto de la etapa.

Camino de Santiago 2013 - Etapas 5 y 6


Temprano en la mañana del día 28/08, durante el rato del desayuno, repasé el itinerario, tanto de los planes previstos como de lo que ya había realizado. Hasta este punto parecía como si se empezara a conformar una secuencia de intercalar etapas largas (la 1 y la 3) con etapas cortas (la 2 y la 4). De acuerdo a esas referencias, en este quinto día correspondería una etapa larga. Pero en la realidad no tenía claro hasta dónde llegar. Lo único seguro era que saldría de Belorado, por haber pasado allí la noche, e iría en dirección a Santiago. Observando la altimetría de la etapa, tendríamos unos primeros 15 km de ascenso de los cuales 11 serían relativamente suaves (hasta Villafranca de Oca) pero continuos, y luego ya encontraríamos zonas de un 6% hasta La Pedraja. 

Chequeando también otra guía con indicación de por dónde va el sendero y por dónde las carreteras comarcales o nacionales, me percato de que el Camino va cerca de la N-120. Ya a estas alturas del recorrido el hecho de no tener suspensión (amortiguación) delantera en la bici va haciendo efecto en las manos y los antebrazos. Si bien voy calzado con dos pares de guantes (unos primeros con protecciones de gel en las zonas de posible mayor impacto), mi cuerpo es lo que termina absorbiendo todas las vibraciones e impactos del recorrido en zonas donde considero que no debo dejar las manos muy sueltas en el manillar. Para mí, las bajadas son de bastante tensión, por exceso de precaución, para evitar resbalones o caídas. Muchos de los colegas con los que me he cruzado o mis compañeros de esta etapa son bastante más experimentados sobre la bici de montaña, les gusta bajar rápido y han aprendido a hacerlo sin generar tensión en los brazos; es más, van bastante relajados de manos pero manteniendo el control. Cada quien lo hace como quiere, como puede o como considera que le es más conveniente para cumplir los objetivos que se traza. 

Dado que siempre soy el último en salir por mi logística de montaje de equipaje, les dije a mis compañeros que salieran ellos adelante, que no esperaran a que yo estuviera listo, y que estaríamos en contacto por el Camino (habíamos intercambiado teléfonos). Pero sí coincidimos en hacer el ascenso por la carretera, en mi caso porque quería dar un poco de descanso a mis manos, en lo que a recibir vibraciones se refiere. Ellos tenían claro que querían hacer noche en Burgos, pero yo aún no lo sabía; lo decidiría sobre la marcha.

Así pues, con 16° de temperatura, debidamente ataviado para ese clima y una hermosa y despejada mañana, abandono Belorado según lo previsto. El hecho de que los pueblos en esta zona estén cerca unos de otros hace que  el recorrido parezca que va pasando más rápido. Es como ponerse metas cortas que vas dejando atrás pedaleada tras pedaleada, pero a la vez recreando la vista con los diferentes paisajes, como esta mañana, por ejemplo, pasando entre campos de girasoles que producen una atractiva gama de colores en el panorama.                                    

Una vez en Villafranca de Oca comienza la parte más empinada de la subida. No es una pendiente muy fuerte, pero es larga, unos 4 km en los que lo mejor es poner una cadencia de pedaleo constante y dejarse ir. Ya en la parte más alta me comunico con los compañeros a ver por dónde van y, ciertamente, me llevan una ventaja de unos 20 minutos, por lo que aprovechando que empieza el terreno favorable, apretaré un poco a ver si los alcanzo en alguna parada.

Me detengo en Agés para averiguar, pero me llevan unos 4 km, por lo que decido tomarlo con tranquilidad, saborear un cafecito y pasar por frente al albergue donde nos habíamos alojado en 2009 en una lluviosa tarde de septiembre. Una tarde en la cual disfrutamos del pequeño local jugando a las cartas, viendo un partido de baloncesto y tratando de enseñar un poco de español a una peregrina coreana que se nos había unido. Emotivo instante transportado mentalmente a un  pasado medianamente reciente en un pueblo que he visto con más actividad y oferta al peregrino que en la anterior ocasión. 

Nuevamente me monto en la bici y a continuar el pedaleo. Aún quedan unos 22 km hasta Burgos que, según el perfil de etapa, se presentaba todo favorable. Sin embargo, la memoria no me recordó que tras pasar Atapuerca viene un complicado y empedrado ascenso de casi 2 km en los cuales no quedó otra que poner pie a tierra y empujar la bici. Empujar en una cuesta lisa no es demasiado inconveniente, pero cuando toca hacerlo esquivando surcos en el terreno, piedras, escalones, raíces etc., los 10 o 12 kilos que llevas en la parte trasera de la bici son un lastre que te hace ir hacia abajo, por lo que hay que hacer un esfuerzo para ir subiendo. Es parte del reto, del camino, esa cuota de sacrificio y sufrimiento que toca de cuando en cuando, pero que con ánimo y alegría se va llevando. Y en muchas partes del camino ocurre que tras una gran subida vendrá una generosa bajada para recuperar, pero de la misma forma en ocasiones hay bajadas largas en las cuales se recupera tiempo, se descansa, pero también piensas en qué tipo de cuesta vendrá tras tan delicioso descenso. 


Y paso a paso se termina el duro y empedrado ascenso a Olmos de Atapuerca. La llegada a la cruz permite tomar un respiro y observar el paisaje, hacia atrás para ver lo recorrido y superado, y hacia adelante los campos de cultivo entre los cuales se producirá el descenso hacia la ciudad de Burgos que ya se aprecia a la distancia pues solo faltan 15 km para llegar a ella. Aún queda mucho que pedalear hasta entrar en la gran ciudad, pero ello se hace llevadero. La primera parte del descenso es de un poco de cuidado por la presencia de mucha piedra suelta y hay que evitar caidas innecesarias por querer acelerar la marcha.


Al fin se llega a la ciudad de Burgos, pero desde el lugar por donde se accede hasta la zona de la Catedral hay unos 8 o 9 km por amplias calles y avenidas. Siguiendo las indicaciones y con algo de orientación y de memoria, llego al centro encontrándome antes con la emblemática estatua del Cid Campeador, con la de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden dominicana y patrono de la provincia de Burgos, y por último accedo a la gran plaza donde está la Catedral de Burgos. Desde allí me comunico con los colegas y como ellos ya se han registrado en el albergue municipal, quedamos para comer juntos. Por la hora y por cómo me sentía, mi intención era continuar otro rato después de comer y reposar. 

Alrededor de las cuatro de la tarde me despido de los compañeros, hacemos foto de grupo y me apresto a intentar llegar a Hontanas, o sea, sesión vespertina de 30 km, aprovechando que la luz de los días dura hasta cerca de las 20:30 o 21:00.
 
 
Dado que hay pueblos intermedios, voy llevando el recorrido por partes y pensando que en caso de decidir parar, habría sitios donde hacerlo y proseguir al día siguiente. Pero todo el trayecto se hace relativamente sencillo y se van pasando los kilómetros con entusiasmo, la temperatura es buena, el cielo y el sol también contibuyen a hacer atractivo el recorrido.. Entre Hornillos y Hontanas hay un pequeño repecho y justo en ese punto me consigo al “team italiano”, a quienes hacía unos días no veía. Les comenté que yo pararía en Hontanas (habiendo rodado ya 80 km) y ellos seguirían hasta Castrojeriz (otros 10 km), pues habían hecho noche cerca de Agés. 
 
 El albergue en Hontanas, El Puntido, estuvo muy bien. Buena atención, buena instalación, amplio y con una vista muy bonita tanto al atardecer como al amanecer.

A la hora de la cena coincido con dos italianos que iban a un ritmo de 120 km cada día y, además, con un perrito en una cestita... También un grupo de jóvenes multinacionales que se han ido conociendo por el camino, entre ellos una chica búlgara que quiere que le hable en español para ella seguirlo practicando. Al rato llega un francés que había vivido en tres países suramericanos (Colombia, Venezuela y Brasil), con lo cual se hizo amena la hora de la cena, como suele ser. Tras la cena y antes de irme a dormir, subí al mirador que tiene el albergue y desde donde, al no haber luminosidad de ciudad, se apreciaba un espectacular firmamento oscuro impregnado de miles de puntos blancos. Deliciosa manera de culminar una jornada. 

Por la mañana (día 29/08) ya a las 8:30 estoy rodando por los senderos de la Comunidad de Castilla y León, donde casi no hay ni árboles donde refugiarse (sobre todo en verano), pero que desde determinados puntos altos ofrece unas vistas hermosas a pesar de no tener tanto verdor como en las tierras navarras o gallegas.


Un primer ascenso y descenso pedregoso hasta Castrojeriz, luego otro tramo de 3 km al 12% con una bajada sobre superficie de cemento al 18%, son parte del recorrido inicial de la mañana. Una parada casi obligada para oxigenar un poco tras una bonita subida en Alto de Mostelares, también para un café calentito y fotos, y a continuación senderos sencillos donde se avanza bien y rápido manteniendo siempre, al menos en mi caso, la prudencia de pasar despacio junto a los peregrinos que van a pie, a fin de no levantarles polvo e incomodar su andadura. Y, cómo no, a todos y cada uno de los que voy pasando el saludo peregrino: "BUEN CAMINO".
 
Paro junto a las compuertas (esclusas) del Canal de Castilla, parte de una gran obra hidráulica de los siglos XVIII y XIX. En ese punto encuentro de nuevo al "team italiano", saludos y comentarios de rigor, y prosigo mi marcha que, en el turno de la mañana, me lleva hasta Carrión de los Condes (53 km), donde hago parada técnica para reponer líquido, comer algo y continuar hasta donde las piernas me den. Justo antes de salir de Carrión de los Condes aparecen mis colegas de pernocta en Belorado, quienes dormirían en Carrión tras recorrerse casi 80 km desde Burgos, donde yo los había dejado. 

Ya por la tarde decido salir de los senderos y rodar por carretera para dar otro rato de descanso a las manos y las muñecas. Hago una parada en Ledigos para un cafecito vespertino (eran aún las 16:00 horas) y allí volverme a montar en la bici me produce con una rara sensación. Comienzo a revisarla y en principio no noto nada, pero enseguida me percato de que la rueda delantera va floja de aire. Curioso, porque no sé cuántos kilómetros llevaría así y por esa zona no hay gasolineras donde llenarlas. Toma relevancia la decisión de ir por la carretera y no por los senderos, ya que en caso de un pinchazo, en el asfalto la rueda sufre menos. Ya he avanzado 24 km desde Carrión de los Condes y, aunque hay dos pueblos intermedios, lo sensato parece ser continuar a Sahagún, pues con la bomba manual no es mucho más lo que se puede inflar. Así que a pedalear con calma y serenidad vigilando en todo momento la rueda delantera, que siento que no da dificultad de control de la bici y parecía que la falta de aire estaba "estabilizada", por lo que opto por ir acelerando un poco y tratar de llegar a Sahagún lo antes posible.  

Sobre las 17:30 entro en esa villa y el primer albergue que veo "me suena" de haberlo visto en las guías y decido entrar, hospedarme y averiguar sobre alguna tienda local de bicis, en caso de necesitarla. En el albergue me facilitan un bomba de inflado de pie con la que es más fácil hinchar las ruedas. Al terminar este proceso se produce el reventón de la válvula de inflado de la cámara (tripa), lo que explica que fuese perdiendo aire poco a poco. Así que cambio de cámara, nuevo inflado y en unos minutos ha quedado todo resuelto para poder continuar al día siguiente. Resultó acertado haber continuado hasta esta población, así como parar en este albergue amplio, de gente amable y cerca de todo. Me encuentro en el albergue con Javier, un bicigrino de Amorebieta con quien había coincidido en algún albergue anterior, pero no habíamos conversado. En esta ocasión éramos vecinos de litera y por circunstancias del propio Camino coincidimos luego en varios puntos y resultamos buenos compañeros de viaje en los tramos que hicimos en equipo.
 
Tras la rutina de llegada, un paseo corto por Sahagún hasta el supermercado a comprar algunos víveres para cena y desayuno y a dormir temprano.