sábado, 28 de septiembre de 2013

Camino de Santiago 2013 - Etapas 3 y 4

Nada como un buen y profundo descanso para recuperar el organismo, las piernas en este caso, del duro trajín de los primeros dos días. Temprano en la mañana (día 26/08), a las 07:00 horas, mientras desayunaba iba revisando las dos planificaciones de etapas que tenía escritas como "Plan A" y "Plan B", así como otro listado de etapas algo más intenso que también había imprimido con la finalidad de ir viendo el perfil topográfico de cada zona a recorrer. Y resultó que estaba desfasado en las tres alternativas, un poco más atrás en una de ellas y un poco más adelante en las otras dos. Y este tercer día tenía todo el aspecto de que continuarían los desfases, así que decidí que utilizaría la información de albergues que llevaba apuntada en cada listado, que iría siguiendo la guía con los perfiles topográficos y pedalearía cada día hasta donde el cuerpo quisiera, tratando de disfrutar las vistas del recorrido. Claro está, confiando en que la meteorología siguiera siéndonos generosa; es decir, fresquito por las mañanas, días soleados pero con temperaturas máximas en niveles por debajo de los 25° - 26°.

Cumplida la rutina de montar el equipaje en la bici, salgo de último del albergue (algo que siempre se cumplió en todos los alojamientos), y sobre las 08:30 me voy por las empedradas calles de Estella siguiendo las indicaciones del Camino, bien flechas amarillas pintadas en mobiliario urbano o en paredes, en piso o incluso en árboles, o bien las "conchas" que en algunas ciudades están en el suelo en forma de sobre relieve. 
Abandonada la ciudad y recién entrado en el sendero, llega la primera parada del día cuando apenas llevaba 2,5 km: la Fuente de Vino de Bodegas Irache, lugar de obligatoria parada peregrina para dar continuidad a la tradición de tomar un trago de vino para llegar con fuerza y vitalidad a Santiago. ¡Y vaya que quedaban kilómetros para ello! Si en cada pueblo, monasterio o bodega hubiesen aplicado la misma, no quiero imaginar cómo iríamos los peregrinos... 

 
Tras "adquirir fuerza y vitalidad" con un trago de vino, monto de nuevo en la bici y a pedalear hasta llegar a Los Arcos alrededor de las 11:00 a.m., con 22 km recorridos durante la mañana y luego de superar el alto en el pueblo de Villamayor de Monjardín y un ascenso constante pasando por Ayegui, Irache y Azqueta. Esa localidad, Los Arcos, era una de las opciones de final de etapa de los planes previos pero, obviamente, era muy temprano, tenía pocos kilómetros recorridos y energías suficientes como para continuar. Me replanteo opciones y decido que seguiré hasta Logroño donde, dependiendo de la hora, tomaré decisión sobre si parar allí o continuar otro rato más. En los Arcos coincido tomando café con un grupo de tres ciclistas que aspiraban ese día llegar hasta Santo Domingo de la Calzada (78 km más allá de Los Arcos). Se les veía muy en forma y frescos a esa hora.  Desde Los Arcos me pongo en contacto con una amiga, compañera de aventuras del Camino de Santiago 2009 y que vive en Logroño, a ver si coincidíamos allí y nos veíamos un rato. Podría ser siempre y cuando yo apurara mi paso un poquito más. 

Termino el café, me despido cordialmente de los ciclistas quienes, con toda seguridad, me pasarían unos pocos kilómetros más adelante, y emprendo mi ruta hacia Logroño por un trayecto en el cual hay que pasar por Sansol, Torres del Río y Viana. Pero a unos 2,5 km después de salir de Los Arcos, un pinchazo en la rueda posterior. Bueno, nada que a ningún bicigrino no le haya pasado en alguna ocasión, solo que en este caso era la primera vez que me ocurría en una bici de montaña, habida cuenta de que solo tengo una bici de carretera. Pero tampoco hay mayor diferencia. Lo incómodo es que había que bajar todo el equipaje para desmontar la rueda y hacer el cambio de cámara (tripa), hinchar la rueda y continuar. 

Estando en plena función de sacar la cámara y colocar la nueva, pasan los tres ciclistas con los que había coincidido en Los Arcos. Dos de ellos deciden parar y el tercero continúa. ¡Menos mal! Cuando voy a inflar la cámara (tripa) me doy cuenta de que la bomba está dañada y no  sirve, por lo que ellos me facilitan la suya para poder echar aire y continuar. Claro está que, manualmente, en este tipo de bicis nunca podrás poner todo el aire que necesitas, pero sirve para continuar y más adelante, con una bomba de pié o en una gasolinera, puedes completar el aire faltante. Llenada de aire y reinstalada la rueda, "los ángeles ciclistas" prosiguen su camino y van en busca de su otro compañero. Pasan algunos peregrinos a pie dando ánimos, como suele ser habitual en el trayecto. 

Tras poco más de una hora "perdida" por el pinchazo reanudo la marcha, pero muy pendiente de la rueda trasera, de que todo hubiera quedado bien y pensando en llegar a Viana o Logroño y buscar una gasolinera. Sin embargo, al llegar a Sansol (5 km luego del lugar del pinchazo) me indican que hay una nave industrial donde funciona un taller de herrería y un taller agrícola, y que ellos allí suelen tener compresor de aire. Me acerco hasta allí y su propietario, un señor de unos 60 o 65 años muy amablemente enciende el compresor y completa el aire de la ruda trasera de la bici, mientras va contando que su hijo es quien lleva hoy día el taller y él aún se ocupa de la recogida de frutos de los diversos sembradíos que tiene por los alrededores (viñas, olivos, perales, etc.). Y pensar que Sansol es un pueblo de escasos 110 habitantes que forma parte de la Comunidad Foral de Navarra y "depende" de Estella...


Ya con la rueda en condiciones afronto de nuevo el camino con más confianza, paso por Torres del Río, sigo hasta Viana, donde paro a tomar un tentempié y noto que se están preparando para las fiestas locales. De camino a Logroño se pasa por uno hermoso bosques tras los cuales hay que atravesar sobre la carretera por un puente peatonal que tiene una rampa para las bicis. Vista la rampa opto por tomar un sendero lateral que igualmente me llevará al otro lado atravesando la carretera.
Al fin consigo llegar a Logroño sobre las 14:30 - 15:00 y mis amigas ya han entrado a laborar, por lo que difícilmente podremos vernos. Tal como lo había contemplado horas antes, mientras me como una barrita y un plátano (cambur), analizo en Logroño las opciones de parar o seguir. Ya levaba casi 50 km rodados más el tiempo del pinchazo. Un posible destino podría ser Nájera, localidad a casi 29 km de Logroño y que, si todo acompañaba bien, podría llegar alrededor de las 18:30 horas. Físicamente me sentía bien y tenía ganas de seguir pedaleando, aunque el trayecto contemplaba unas cuestas que seguramente harían aminorar el ritmo promedio.

Finalmente opto por continuar, así que salí de Logroño bordeando el parque La Grajera hasta llegar al bonito embalse y de allí continuar por los senderos con sus cultivos y regadíos que hacen atractivo el recorrido, con alguna cuesta dificultosa llena de piedras y escalones, pero todo superable, hasta entrar en Nájera a eso de las 19:00 horas, luego de casi 80 km recorridos. 

La nota simpática de la jornada la constituyó el hecho de que la cena fue amenizada por un par de peregrinos que se habían conocido dos días antes, tomaron prestada una guitarra que había en el albergue municipal de Nájera y dieron un variado recital de música española para deleite de todos los huéspedes. Normalmente la cocina del albergue se cierra a las 21:00 horas y todos han de estar durmiendo para las 22:00, pero en esta ocasión, el recital hizo que se extendiera el horario de la cocina y la cena en un grato ambiente. Pero la hora de cese de actividades y apagado de luces se respetó y ya a las 22:00 todos estábamos descansando.

Por la mañana del día 27 y cumplida la rutina inicial, voy a una tienda ciclista para comprar una bomba de hinchado ya que la mía estaba dañada. tuve que esperarr hasta las 10:00 am a que abrieran por lo que terminé saliendo de Nájera sobre las 10:30. La ruta de salida se presenta hermosa contemplando el rojizo color de su montaña resaltado por la luz que a esa hora le brinda el sol de la mañana. 

Se inicia una etapa que tendrá un recorrido de cierta exigencia por varios ascensos no pronunciados, pero sí muy largos, que requieren, nuevamente, paciencia para hacerlos llevaderos. En el trayecto se pasa por Santo Domingo de la Calzada, donde recuerdo a los "ángeles ciclistas" que el día anterior me auxiliaron en la vía y que debieron haber pernoctado en esta ciudad. Luego de Santo Domingo está Grañón, última localidad de La Rioja en el Camino Francés, y se entra en Castilla y León. Por el camino encuentro a un grupito de ciclistas con quienes había coincidido en el albergue de Estella, a quienes se les "atragantan" un poco ciertas cuestas pero vuelan en las bajadas; justo la inversa de lo que me ocurre a mí que soy extremadamente precavido en los descensos, más aún cuando hay piedras sueltas, tierra, y el equipaje atrás que hay que evitar se desbalancee., pero sobretodo por la vibración que produce el no tener amortiguación delantera en la bici.
 
La etapa transcurre sin mayor novedad. Sin embargo, "pega" un poco el trabajo del día anterior, por lo que me uno a estos colegas y decidimos pernoctar todos en el primer albergue al entrar en Belorado, donde habíamos parado para comer. Para ese día 45 km para en mis piernas eran suficientes. Los compañeros llevaban unos más, ya que había hecho noche en Logroño el día anterior. Ducha, lavado, siesta y luego paseo por el pueblo, con el sol ya calentando menos, son las actividades con las que terminamos de pasar la tarde en un localidad bastante tranquila, de poco más de dos mil habitantes y perteneciente a la provincia de Burgos. Descansar en esta localidad nos permitiría estar frescos para afrontar por la mañana, desde el primer kilómetro, una ascensión larga con la parte final pronunciada para luego ir descendiendo el resto de la etapa.

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